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martes, 11 de agosto de 2009

Una Pérdida Dolorosa

Este es Yeral Martínez, quién el pasado sábado 8 de agosto falleció al ser atropellado en la acera de su casa, por un vehículo conducido por una joven de unos 22 años, que en reversa, al parecer pisó el acelerador por pisar el freno. Se dice no tenía licencia y tomó escondida la jeepeta de su padre. Ha sido de gran pesar para la comunidad la repentina y trágica muerte de Yeral y sobre todo para la zona de Pueblo Abajo donde residía. Era hijo único, de madre evangélica y una familia muy popular y querida en el sector. Según cuentan, Yeral como todo un héroe pudo salvar la vida de otros dos niños que estaban junto a él, al empujarlos para que el vehículo no los atropellara, pero él no pudo evitar ser embestido y posteriormente morir a mitad de su traslado a un centro asistencial.
Muchas personas se dieron cita hoy desde tempranas horas de la mañana en el juzgado donde se conocería el caso y reclamaron justicia por esta muerte accidental. La poca fe en la justicia queda evidenciada en este hecho. En la tarde fueron dispersados por la policía de Ocoa con bombas lacrimógenas, pues había gran tensión en el juzgado cuando fue llevada la joven que conducía la jeepeta al momento del accidente. Mucha gente ha querido decir que no fue accidente, quizás por lo consternados por la pérdida dolorosa de un niño lleno de vida, que vivía la mejor etapa de su niñez, pero es claro que una joven de unos 22 años no quiere que algo como esto pase, no lo ha planeado, no estaba en su mente atropellar a un niño; ha sido su falta de madurez que la hizo cometer un error irresponsable de tomar el vehículo a escondidas, sin licencia y con poco dominio del volante. En la foto, la madre de Yeral dando declaraciones a la prensa. Ha sido una tragedia que ha tocado 2 familias; por un lado la familia de la joven vive una pesadilla de algo que no quiso sucediera y por el otro está una madre que carga con la pérdida irreparable de su único hijo que representa una gran pena que invade su corazón de una tristeza amarga y profunda. La muerte no mata el recuerdo que es lo único que nos queda de la persona que se nos va y que debemos seguir siempre adelante, porque la vida sigue, a pesar de lo sucedido y recuerden que la vida es un viaje donde día a día debemos amar a Dios, a nuestros hermanos, amigos, padres y todo lo que nos rodea, sin hacerle daño a nadie y luchando siempre por la paz, la justicia y el derecho que tenemos todos de vivir una vida más digna y feliz.

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