sábado, 28 de febrero de 2009

El Dolor del Tiempo Sin Regreso

El miedo a envejecer nace del reconocimiento de que uno no está viviendo la vida que desea. Es equivalente a la sensación de estar usando mal el presente. Ocoa cuenta con el hogar de ancianos San Antonio ubicado a la entrada de nuestro pueblo, donde se al­ber­ga, cui­da y ali­men­ta a los ancianos ca­ren­tes de fa­ci­li­da­des pa­ra ser aten­di­dos en la pos­tri­me­ría de sus vi­das, cuan­do han per­di­do las ha­bi­li­da­des pa­ra el tra­ba­jo y en la ma­yo­ría de los ca­sos pa­ra aten­der­se a sí mis­mos.
Si visitas este hogar podrás apreciar la lim­pie­za, ar­mo­nía y buen tra­to que re­ci­ben sus in­qui­li­nos en aquel lu­gar es­ce­na­rio de sus úl­ti­mas vi­ven­cias. A veces en­fren­ta pre­ca­rie­da­des por fal­ta de re­cur­sos su­fi­cien­tes pa­ra su ma­ne­jo, pero hay manos amigas que le brindan su ayuda. En esta visita pude ver la terminación de los baños de hembras y de varones que fue donado por el senador Pedro Alegría.
Pero la mayor necesidad que pude apreciar en este hogar, fue la necesidad de ser visitados por el pueblo y sentir su cariño. Por instituciones como colegios, escuelas, clubes juveniles, para compartir escuchando sus historias, que nos hagan participes de sus experiencias y que podamos llevarle un mensaje de aliento y esperanza.
Algunos como esta señora tienen tiempo viviendo allí y ha escrito un libro llamado "La Dama Solitaria" y lo vende a RD$150.00 para ayudarse, al igual que teje gorros para el frío de hombre, mujer y niños, además de carteras, de muy buena calidad y bonitos. Debemos tratar que las instituciones visiten periódicamente a nuestros ancianos y llevarle esa alegría, pues lo que hoy das es lo que has de encontrar mañana cuando envejezcas. Es una realidad que pocos vemos o sentimos, pero que esta siempre latente.
Las encargadas de cuidar a nuestros ancianos siempre tienen un trato amable, de cariño, de ánimo. Una muestra es esta foto donde una encargada de cuidarlos le brinda cariño a la que fue maestra de muchos de nosotros los Ocoeños, Doña Patria Rojas. No ha de ser dichoso el joven, sino el viejo que ha vivido una hermosa vida. Es una gran pérdida para las sociedades que se olviden de sus ancianos. Todos debemos tenderle la mano a quienes no tienen la fortuna de una familia que les cuide en los últimos de sus días. Nadie sabe que le depara el destino, por eso debemos ser jóvenes y vivir en el presente pensando en el futuro.
Se sienten feliz cada vez que reciben una visita a quienes siempre le reciben con agrado y una sonrisa. Ella tiene mucho tiempo aquí y le gustan las muñecas, si vas y le quieres llevar algun regalo, ese sería su ideal. Hay gente que no escatima esfuerzos para ayudar a este hogar y tal es el caso del senador de Ocoa, Pedro Alegría. Nos dimos cuenta de eso por voz propia de los envejecientes y saludamos esa obra del senador que no la predica, ni alardea.
El hospicio San Antonio es el hogar de estos envejecientes que han llegado a una edad que cualquiera desearía. Lo ideal es estar con su familia, pero estas personas que sienten el dolor del tiempo sin regreso, han encontrado es sus compañeros de épocas y en los que allí día a día los cuidan, su gran familia. Ellos que han sido padres, abuelos, que han mecido cuna con orgullo, que han acariciado, han besado y han querido, hoy sólo en el silencio de su cuarto esperan el ferviente anhelo de hallar la paz en la mansión eterna.

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